lunes, 1 de agosto de 2011

Guante blanco

Últimamente estoy pensando en pasarme al crimen de guante blanco. Es una idea que me rondaba la cabeza y ahora que he descubierto que tengo a tres pasos de mi trabajo la oficina del registro mercantil de las Islas Marshall he pensado que crearme una cuenta y una empresilla en este paraíso fiscal no es mala manera de introducirme en este mundo.



Como todo el mundo sabe, el crimen de guante blanco es el mejor tipo de crimen posible. No te "ensucias las manos" con temas violentos, como los mafiosos, y las posibilidades de acabar en la cárcel son inmensamente inferiores a las de cualquier pobre inmigrante en situación irregular (¡nadie es ilegal!) al que la poli  pille trapicheando con 100 euros de hachís (si eres un españolito conduciendo el coche de tus padres como mucho te pondrán una multilla o te lo requisarán para luego.......ellos...).

Tengo el plan muy bien trazado: en esta cuenta (donde se perderá la pista al dinero) ingresaré el fruto de las arduas corruptelas que diseñaré en cuanto asuma mi primer cargo público (para eso están, ¿no?).

Pero antes tengo que conseguir ese cargo público, ¿cómo?...Tranquilos, todo está planeado. Para empezar,  tengo que aprovecharme de esa máxima que dice que  el ser humano es inteligente, las masas tontas y el votante directamente tonto del culo. Tras las últimas elecciones ya sé cómo hacerlo; me presentaré a una alcaldía donde el alcalde sea del partido en el Gobierno, me dedicaré a darle caña al Gobierno central y la gente me votará para castigarlo sin tener en cuenta los méritios o deméritos del actual alcalde, que es realmente al que se vota/deja de votar, aunque al votante eso se la sude (lo que me hace pensar que el votante no es tonto del culo, o no todos, y lo que pasa es que se la suda todo).

El primer paso ya está, soy alcalde. El segundo paso es subirme el sueldo un 30%, que son tiempos de crisis y hay que sacar de donde se pueda. El tercer paso es aspirar a cotas más altas, un poco más de corrupción, moreno anual, unos cuantos trajes y ya soy presidente Regional, al votante le da igual porque se dedica a castigar al Gobierno Central. Me subo el sueldo mientras pienso en el siguiente paso......siempre he querido ser senador. Los senadores, la verdad, tampoco tienen tanto trabajo, los diputados tampoco pero me mola más el término senador. Esto que digo no puedo asegurarlo ya que hablo de oídas, pero si a Sánchez Dragó le vale para decir sandeces sobre Japón a mí también. Una vez sea senador podré hacer muchas más cosas; una que no fallará (aparte de subirme el sueldo) será ponerme cachas en el gimnasio del Senado para poder mandar fotos subidas de tono a alguna que otra moza de buen ver o acosar a mujeres valiéndome de mi estatus político (corriendo el riesgo de que, conociendo mi fama, me intenten preparar una encerrona en un Sofitel).

Será entonces hora de terminar mi carrera política y centrarme en los negocios. Posibilidades muchas, ya que en ese momento mi cuenta de las Islas Marshall estará bien llena. Esto tengo que pensarlo más, puesto que varias de mis ideas ya han sido utilizadas. Véase: montar un emporio de la comunicación y dedicarme a hacer escuchas ilegales, entrar en una sociedad de derechos de autor y llevármelo crudo, o robar unos cuantos de millones de dólares. Pensándolo mejor también puedo crear una agencia crediticia y empezar a calificar deudas soberanas y bonos a mi antojo y en base a mis intereses espurios.

Así me aseguraría un brillante porvenir. Qué pena que creo que al final no podré hacer eso, tengo algo aquí dentro del cuerpo que no me permitiría hacerlo. Lo que sí  me pide el cuerpo de vez en cuando, y desde hace unos cuantos años, es mandarlo todo a la mierda y subirme al monte, o aprovechar que estoy en Asia y perderme en una islas con unos cocos y algo de ron. Esa es la opción fácil, la complicada es estar ahí para cambiar las cosas. Para reivindicar tu derecho a cambiar lo que no está bien, tu derecho a no votar. A no votar porque el sistema es una mierda, por no creer en el sistema, aunque así me acusen de hacerle el juego a la derecha o a la izquierda, aunque realmente al que tendría que hacerle el juego es a mí, que soy el que necesitaré mi voto para llegar a ser alcalde.

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